Majestuosidad en una caída,
parece que perdida venías.
Oh dulce melancolía,
llena de alegría,
tu hermana ya
se aproxima.
Vestidura blanquecina,
besos fríos; mas no
gélidos como su alma.
¿Y si fuera ésta mi calma?
Aquella bella dama
que baja y me mira.
¿Y si su alma me llamara
al Seol; acaso mis pies
responderían?
Mas perdido, yo,
mi canto elevaría:
Oh vida suplicante,
comparte tu dicha
y transfórmame en tu mejor amante,
no sueltes mis manos,
que al Seol alcanzan,
tratando de salvar
a todos sus hermanos.
Oh vida mía,
llévame al comienzo
de la muy atribulada creación,
ese inicio lampo
lleno de la esperanza
y del amor.
Escape mis oídos
del más cruento fragor,
de estas voces , ya perdidas,
se oculte mi corazón.
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